Comenzando en el cómic independiente, Artur Laperla (Barcelona, 1975) se ha convertido en uno de los grandes nombres del cómic infantil y juvenil de nuestro país gracias a su creación de Súper Patata. Asentada en la colección Mamut de Bang, cada entrega muestra la pasión del autor por los géneros y su actualización dirigida a nuevos públicos. Con Laperla repasamos su trayectoria.

Con Jordi Borrás, Marcos Morán, Naco Antolín y Marcos Prior empiezas a colaborar en el fanzine Rau.

Íbamos todos a la Joso. Pensamos “Vamos a hacer un tebeo, somos jóvenes y guays” (Risas). Estuvimos un par de años haciéndolo creo.

Detrás de cada número había un concepto.

Sí. era un experimento. La idea es que cada uno hiciese su historieta y, al final, colaborar todos con todos para que tuviese una unidad. Empezamos a repetir personajes en los números además. Fue divertido.

Portada del número 10 de rau, diciembre de 1997.

Funcionáis como colectivo en los años noventa, una época en la que las revistas ya habían caído y las novelas gráficas eran un sueño aún.

Lo que hacíamos era un intermedio. Teníamos vocación de cómic personal pero con una división de trabajo en guionistas, dibujantes, entintadores y demás. O sea, una mezcla extraña de cómic industrial y de autor. Nos dividíamos mucho el trabajo.

Hacíais gala de un cierto esnobismo del que os reíais también.

Había diferentes voces y las más fuertes marcaban el rumbo más artístico, claro.

En aquel momento surgieron editoriales independientes como Camaleón, que apostaban por los autores autóctonos y Planeta intentaron acercarse a la producción nacional con la línea Laberinto. Empezáis a trabajar con Oropel y posteriormente con Cool Tokio.

Así es. Luego ya cerró la línea (Risas). La idea de Laberinto era esa. Lo hicimos como Rau, con el trabajo muy dividido. Fue el primer trabajo profesional que hice y le estoy muy agradecido a Toni Guiral, que se ocupaba de la línea, por haber confiado en nosotros. Le tengo mucho cariño a ese trabajo.

¿Cómo era ese reparto de trabajo?

Para Oropel decidimos que la sinopsis grande la hiciese Marcos, Jordi le ayudaría con los diálogos, yo haría el lápiz porque era rápido y teníamos unos plazos de entrega. Era bueno con el lápiz pero malo entintando, así que eso lo harían Marcos y Nacho. La rotulación la hacía Marcos Morán también creo.

También es una época de francotiradores, de iniciativas que no prosperan. Otro trabajo de la época será Espadas de madera.

Eso es. De Marcos Prior y Morán. Eso lo sacó Camaleón, creo recordar. Nosotros intentábamos meter nuestras cosas en todos lados: En Camaleón, Planeta, La Cúpula… no teníamos escrúpulos y teníamos veinte años.

Desde el principio tenéis una línea muy definida. Las señas de identidad son un dibujo que bebe tanto de Tardi como de Muñoz, que puede ser tanto para un público infantil y juvenil como para adultos.

A mi me gustaban autores que trabajaban indistintamente para ilustración y cómic. Ahora está mucho más unido, pero en esa época parecía que hacías una cosa o la otra, de hecho era un handicap para dedicarte a la ilustración hacer cómic.

Conseguís introducir en La Cúpula varias propuestas. Una de ellas dentro de la colección Brut, que ya anticipaba la novela gráfica pero en un formato grapa.

Un comic-book de autor era. Allí hicimos el Mundo Maremoto, que pretendimos que fuese una serie pero se quedó en un solo número, y después hicimos una novela gráfica a raíz de un premio Injuve que se llamó Raymond Camille. Después ya empezamos a hacer para El Víbora la serie de Rosario y los inagotables.

Si quieres empezamos por Raymond Camille. Cogéis los géneros y os reís de sus clichés.

Eso es. En este caso era una parodia-homenaje a la serie negra. A mi me encanta aún hoy y la leo mucho. Me gusta mucho la de los 60, me encanta Parker, por ejemplo.

Comentabas que ganasteis el Injuve.

En realidad presentamos a Rosario. Lo que hacían era financiarte la mitad de la edición si conseguías que te publicasen. Como estábamos ya en La Cúpula llegamos a un acuerdo e hicimos lo de Raymond Camille que ya sí que era novela gráfica.

En Rosario y los inagotables queda muy patente la influencia de José Muñoz.

Éramos súper fans de Sophie y de Encuentros y reencuentros. De hecho Rosario es Sophie con una mezcla de Love & Rockets que también nos gustaba. Es la primera serie que hice en realidad. La idea es que continuase en el tiempo. Cada mes teníamos que hacer cuatro páginas y eso me gustaba.

Vuestra voluntad es dedicaros a ello y por tanto sería importante.

De hecho entonces pensábamos que no se pagaba bien en la revista pero viendo lo que se paga hoy, se pagaba genial (Risas). Pero no podías vivir solo del cómic. Tenía que dedicarme también a la ilustración. Ten en cuenta que éramos dos y nos repartíamos todo mitad a mitad. 

Hace poco la serie se ha recopilado en un solo libro. ¿Cómo lo lees?

Es un formato muy chulo, tamaño álbum. Yo no soy muy partidario de revisarme. Es un ejercicio complicado porque tiendes a ser muy benevolente o a autoflagelarte. La parte buena es que creo que he mejorado pero me da un poco vergüenza.

Yo creo que funcionaban las historias bien como cuatro páginas cada mes. En formato grande creo que es mejor dosificarlo. No es una novela gráfica. Está pensado para que cada mes tenga cierta enjundia. Es algo que nos remarcaban en La Cúpula: son cuatro páginas que salen cada mes, así que debe durar la lectura.

Yo creo que su valor es, sobre todo, histórico.

En esa época ya sólo colaboras con Marcos Prior.

Sí. Me lancé a entintar. Los dos éramos de la misma quinta. Salíamos mucho juntos y por afinidad seguimos los dos. Poco a poco van desapareciendo esos francotiradores.

Es vuestro último trabajo juntos.

Eso es. De hecho hacíamos otra serie, Secta Doraemon, y ya la acabó haciendo directamente Marcos. Ten en cuenta que hasta la fecha coincidíamos en todo pero poco a poco nuestros intereses fueron cambiando. Marcos se empezó a decantar por una cosa más política y social y a mi me gustaba lo contrario, algo más directo y sencillo, menos intelectualizado.

Es una generación que se ha quedado en el limbo.

Sí, somos el eslabón entre la revista y la novela gráfica (Risas). También estuvo el cambio digital. Nosotros teníamos rotulista para Rosario. Es algo que me alegro haber vivido pero imagínate.

Borja Crespo suele decir que es una generación que está a caballo entre lo analógico y lo digital.

Eso es. En la época, Fernando de Felipe hacía experimentos con las letras en 3D pero era muy raro que se usase el ordenador. Nosotros estábamos muy locos intentando conseguir con el pincel y el gouache, los colores planos y flipábamos cuando los veíamos con el ordenador. Yo siempre quise pintar como Chaland y nunca me salió, pero ahora que lo puedo hacer no le veo sentido a ponerle texturas. 

Damos un salto para volver a la época actual. Dream Team es tu primera novela gráfica.

Sí. Me apetecía volver a trabajar con guionista y con Random, que es una editorial con la que nunca había trabajado. Mario Torrecillas me dejó hacer lo que suelo hacer. Si te fijas la composición es como la de Súper Patata. Fue una experiencia bonita, probablemente con más páginas de las que quería dibujar pero al final hemos tenido el final medio feliz de la película.

Hubo problemas con la película.

Ha habido varios follones por temas de derechos. A nivel gestión ha sido complicado pero ya está todo encarrilado. 

En el libro vemos las dificultades de los niños para seguir adelante.

Mario tiene la productora, Pda, que trabaja con niños conflictivos que se expresan a través del dibujo y controla mucho del tema. Él es además padre y le interesa mostrar lo que pasa cuando el hijo es más responsable que el padre, que es algo que ha vivido. Es algo que quería explicar y me dejó hacerlo en dibujos como yo creía. Hicimos un buen tándem. 

Tiendes a dar continuidad a las series parece.

Sí. Trabajo mejor si estoy a gusto con alguien. Es un trabajo muy solitario y me apetece tomarme un café con la gente de Bang cuando vamos a hacer algo juntos. Además del trato humano, tiene un sentido comercial. Una serie te da más tranquilidad que un trabajo puntual. 

De hecho en El Víbora se potenciaba buscar personajes para desarrollarlos.

Claro. Además soy un profesional de esto y me dedico a producir. Si tuviese que empezar de cero cada vez que empiezo un trabajo me muero. También me gustan las cosas a largo plazo. Yo soy muy fiel a los proyectos y a las editoriales. 

Sin embargo con Dream Team no repites.

Creo que con el libro ya he cubierto mi idea de hacer un tebeo social. Si volviese a hacer algo así tendría que ser un proyecto distinto. Además son 400 páginas así que yo creo que ya está.

Vuelves a colaborar con La Cúpula en Rubor.

Fue un proyecto chulo. Se lo propusimos a La Cúpula y a Emilio, que es un buenazo, le pareció bien. Es un recopilatorio erótico, que es algo que ya no se hace. Con Marcos Moran hacemos un blog para mantener el pulso de dibujantes, subíamos un dibujo al día y la temática era erótica. Empezó a colaborar Jordi Pastor y pensamos que podía ser una bonita experiencia. El tebeo no se escuchó mucho, pero coincidimos con unos autores que merecían la pena y fue muy bonito.

Pegamos un salto para llegar a tu gran éxito. ¿Cómo nace Súper Patata?

Un poco de casualidad. Yo siempre he querido hacer cómics y en ese momento estaba trabajando de ilustrador. Como era una ilustración dedicada al público infantil pensé que tenía sentido hacer un cómic infantil y me dirigí a la editorial Bang, que empezaba entonces con la línea Mamut. Creo que entonces solo había cuatro títulos, los de Ed, Max (Maxi Luchini) y Pep Brocal. Les gustó el proyecto y me lo publicaron, pero estaba pensado como número único, no como serie.

De hecho es la serie más longeva de la colección. Ocho títulos hasta la fecha.

Cuando me dijeron que había funcionado razonablemente bien, les propuse hacer el tomo dos y gustó también, así que les planteé hacer uno al año. Después hemos seguido esa lógica porque ha ido cada vez mejor. Al principio el libro que se vendía era el primero. Con el tiempo, al tener más visibilidad, la rueda gira más y se van reeditando casi todos los títulos pero el primero es el “best seller”.

Súper Patata es tu primer acercamiento al cómic infantil. ¿Cómo te adaptas al medio?

En realidad no es mi primer acercamiento. Ya hice una una serie de historias para Barco de Vapor que no eran propiamente cómic, Las aventuras de XXL, que escribía Eduard Márquez. Era un libro que tenía partes de historieta, en la línea del Diario de Greg. Aprendí mucho de él y de cómo llegar a este público: grandes viñetas, diálogos cortos… En realidad era también de superhéroes. Sin Las aventuras de XXL creo que no hubiese existido Súper Patata.

El lenguaje es muy directo y cada viñeta aporta información de un modo muy visual.

Esa es la idea. Que funcione como libro ilustrado. Que solo ojeándolo puedas entender la historia. Si tienes problemas de lectura, con ayuda de un adulto puedas seguirla sin necesidad de leer el texto. A mi me hacen gracia los niños. Una vez me preguntaba uno por qué Súper Patata a veces era grande y a veces era pequeño en la misma página. No entendía que eran momentos diferentes en viñetas distintas. Depende de las edades igual sí que necesitan la ayuda de un adulto.

Para muchos probablemente sean sus primeros cómics y aún desconozcan los códigos del medio.

Así es. Por eso funciona como una película de animación. No hay muchos planos, contraplanos, por ejemplo. Es como si fuesen fotogramas continuos para que les sea más fácil de seguir.

De hecho da la sensación de que los referentes de los que nace la serie tienen más que ver con las series de animación actual que de los cómics que nuestra generación leía.

En realidad el cómic que leo es antiguo. Mi acercamiento lo hago a través de las series de ahora: Bob Esponja, Hora de aventuras… Al final el referente visual que tengo del siglo XXI es la tele. La animación es importante. De crío leía los tomos de Películas que recopilaban las adaptaciones al cómic de las series que veía en la tele y me flipaban. 

A pesar de esto referentes, es fácil ver la conexión con el cómic. Tardi está muy presente en la obra.

En el último tomo hay una viñeta copiada directamente de Las Extraordinarias Aventuras de Adèle Blanc-Sec, el momento del nacimiento del pterodáctilo. Para mi Tardi es un referente exagerado. Al principio no se notaba tanto, pero cada vez se ve más. Las cosas se te quedan tan metidas que al final van saliendo. De todos modos me parece bonito que en un tebeo para niños salga el pterodáctilo de Adèle Blanc-Sec.

También recuerda a El Incal.

Así es (Risas). Aunque haga tebeos para niños no es un problema para meter homenajes a Tardi, Moebius o Bilal. Lo que haga falta.

El último tomo te planteas un continuará.

En realidad son dos tomos independientes. En el primer tomo la niña protagonista quiere un pterodáctilo y en el segundo quiere a Súper Patata. Hay cierta continuidad pero son independientes en realidad.

Los personajes vuelven a aparecer en otras aventuras e incluso surgen otros relacionados con los anteriores como la hermana del Doctor Malévolo. También juegas con los estereotipos de género con la chica permanente mente secuestrada.

Si tuviese que empezar de cero en cada tomo sería mucho más complejo. Además, creo que hace más rico que las historias tengan una conexión entre si. Me hace gracia y lo iré haciendo más para poder desplegar más facetas de los personajes. En el tomo siete vemos que el Doctor Malévolo se crió en una casa encantada por ejemplo.

De hecho la serie te permite acercarte sin complejos a todos los clichés de género.

Claro, la idea es tocar todos los géneros que me gustan: Monstruos, aventura submarina, espeleología… Sin caer en el refrito. A mi me gusta mucho el género y Súper Patata me lo permite.

Llegas a un nivel de síntesis gráfica en el que la línea y el color funcionan a un nivel icónico.

Es algo que buscaba desde el principio. Por eso la protagonista es una patata. Súper Max es mucho menos icónico que Súper Patata, es mucho menos reconocible. Es solo un superhéroe del montón. Los malos están en la línea de los de Batman o Dick Tracy. Hay un maniqueísmo buscado que hace que los reconozcas enseguida.

El color es muy importante para ello.

Claro. El color ayuda. Es buscado que sean colores planos. Son colores que impactan. Es un tebeo con mucho colorido como en los años 50. Creo que un tebeo, sobre todo si es para niños tiene que ser así.

Es un tipo de color que usas en un registro tan diferente como es el de Melvin.

Sí. al final le he cogido gusto a este tipo de color. Creo que va muy bien con mi línea, que es muy sintética.

Melvin supone un salto dentro de Bang hacia otro espacio.

Eso es. Agradezco la confianza de Bang y ahora me divido en dos líneas. Una para niños y otro para adultos. En realidad Melvin es Súper Patata de adulto. Es un pelele que te sirve para jugar con los tópicos setenteros. El primero lo hacía con el patinaje y en el segundo con nazis moteros. Es otra manera de jugar con los géneros. La idea es la misma que con Súper Patata: que sea muy colorido, divertido y muy directo. 

El éxito de Súper Patata lleva a que lo publiquéis en las lenguas cooficiales del Estado.

En catalán salía desde el principio. Ahora lo hacemos en euskera y gallego. Me hace mucha ilusión porque es la primera vez que hago algo en estos idiomas.

¿Cómo ves la situación del cómic infantil y juvenil en este momento?

Está creciendo bastante. Veo muchas novedades en el cómic infantil y juvenil. Se sacan cosas muy variadas. Mamut saca tebeos más de autor pero hay cada vez más cómics comerciales como los de superhéroes. También hay algunos más tipo libro ilustrado como los de Astiberri. Además se está reeditando un montón de material clásico como el de Dupuis así que lo veo estupendamente.

Muchos cómics infantiles utilizan historias derivadas de franquicias.

Yo lo pongo en la línea de lo que te decía antes de las adaptaciones de Los Picapiedra de mi época. Si ayudan a que los chavales lean, pues estupendo.

¿Para cuándo el siguiente tomo de Súper Patata?

A final de año. Saldrá para diciembre como cada año.

¿Proyectos?

Acaba de salir para Sapristi, Maldita Casa Encantada. Es sobre una chica que tiene que buscar a su mascota en esa casa. Es como un libro de Elige tu propia aventura. Hay trece finales. La idea es que sea al menos una trilogía. He conectado bien con la editorial y espero que hagamos más cosas juntos.