A lo tonto ya llevamos casi cuatro lustros de siglo XXI, y si bien todavía no hay cohetes regulares a Marte, si que hay votantes que solo han vivido en este siglo y para los que el fútbol de Ronaldinho o las películas de Harry Potter solo son lejanos recuerdos de infancia. Así que sin duda hay muchas cosas en la sociedad que han cambiado, y una de ellas es la aproximación a la sexualidad que se ha dado. La normalidad con la que se ven hoy en día los matrimonios entre personas del mismo sexo era impensable unos pocos años atrás, en pleno siglo XX. Y sin embargo queda mucho camino por recorrer. Así que un personaje como Lolo, una joven bisexual, poliamorosa, vegana y de izquierdas, no deja de ser la suma exagerada de muchas de las reivindicaciones sociales más relevantes de este siglo y, por tanto, un personaje que va dar mucho juego desde el punto de vista humorístico. Sobretodo si se enfrenta a la visión más reaccionaria a cambiar ciertos esquemas de sexualidad patriarcal más que caducos, representados por Dolores, la anciana viuda, abuela de Lolo, con la que se ve obligada a compartir piso y situaciones delirantes.
Aunque Dolores también tiene en ciertos aspectos un espíritu progresista, este es de otro siglo, y los choques con la nueva generación representada por su nieta dan todo el juego del mundo para que Ivan Batty (Bilbao, 1976) y Mamen Moreu (Huesca, 1985) produzcan carcajadas con las páginas de Dolores y Lolo, serie semanal en El Jueves desde el 2016, ahora recopiladas por Astiberri en este volumen. El humor surge prácticamente solo considerando las posibles situaciones de enredo entre Lolo, su novia, su novio, la novia de su novia, su amigo gay y el novio de su amigo gay, su amiga domina, el primo trans de su amigo gay, su abuela y las amigas de su abuela. Ivan Batty sabe mezclar todos esos ingredientes y llevarlos entre el humor sexual explícito y la comedia costumbrista con mucha habilidad para el gag.
En las primeras páginas, la dupla autoral juega con una planificación de tres tiras cómicas por plancha que, conforme avanza el libro, va ganando en libertad hasta jugar con el formato a toda página, manteniendo el número de chistes por página, unos diálogos punzantes y la gracia de lo absurdo de muchas situaciones. A este festival del humor le acompaña el dibujo de Mamen Moreu, de la que se percibe su evolución a lo largo del volumen y que, aunque reconocible en ese estilo propio que hemos visto en sus otros trabajos, como Resaca (Astiberri, 2014) y Desastre (Astiberri, 2018), juega con los personajes de manera distinta. También se aprecia una evolución en el grosor de la línea, el mantenimiento de esa especial gracia para la expresividad corporal de los personajes -las tetas de Lolo pueden demostrar tanta sorpresa o odio como su cara- y ocupando los fondos con su habitual paleta de colores vivos.
Una serie hábil con el humor y la sonrisa, que recuerda a otras colecciones de la revista como Mamen de Andreu Martín, Manel Barceló y MarielManolo e Irene de Manel Ferrer, adaptada a una nueva sociedad, ayudando a la normalización y visibilidad de actitudes sexuales que dejan muy atrás las de series de otro siglo. Aunque las carcajadas siguen siendo eternas.