Isaac Asimov es uno de los tres autores de ciencia ficción clásica más importantes, autor de una obra ingente,que cuenta con más de quinientos libros en los que toca todos los géneros y temas. La fantasía científica es la que le ha dado fama mundial, en especial dos de sus sagas más conocidas, Fundación, donde creó la psicohistoria, y l, Robot, donde creó la robótica y sus famosas tres leyes:

  1. Un robot no hará daño a un ser humano, ni permitirá con su inacción que sufra daño.
  2. Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.

Unas leyes basadas en los principios del humanismo, y que le permiten jugar con las paradojas para plantear dilemas morales y de uso teóricos sobre los trabajadores mecánicos, que originalmente ideó Karel Ĉapek en 1920. Así en una serie de relatos aparecidos entre 1940 y 1950 Asimov adelantó muchos de los problemas de nuestra actualidad; no dejamos de ver titulares en que nos advierten que los robots se quedaran con nuestros trabajos.
Un autor clásico y un tema de actualidad, parece fuente inagotable para múltiples adaptaciones y presencia en todo tipo de medios. Y sin embargo, quizás por su peculiar estilo, Asimov no ha sido ni muy adaptado ni con mucho éxito, películas como El Hombre del bicentenario o Yo, Robot nunca han hecho honor al autor. Así que plantearse una nueva adaptación de sus relatos de Robots es todo un reto. A este reto se ha enfrentado el extremeño Raúl Cuadrado que, procedente del diseño gráfico, se pasa ahora al cómic adaptando tres relatos clásicos de Robots de Asimov: Círculo vicioso (Runaround de 1942), un robot minero en Mercurio que entra en bucle por un dilema en la aplicación de las leyes; Robbie (1940), o el enlace empático entre una niña y su robot cuidador; y Embustero (Liar de 1947), un robot que puede leer la mente y opta por mentir para cumplir la primera ley, hasta que llega a la paradoja de la complejidad humana y lo difícil que es aplicar a la práctica las tres leyes.

Tres relatos clásicos que Raúl Cuadrado opta por adaptar de forma fiel al original en la parte argumental. Pero también en la parte gráfica, donde para ser más fiel al espíritu original de los relatos y la época en que fueron creados opta por un estilo retrofuturista, optando por imaginar el futuro con ese estilo optimista de los años 50 del siglo pasado. Una opción gráfica que no solo se plasma en el dibujo, con un uso de línea clara muy en la línea de la escuela valenciana, que recuerdan a Daniel Torres o Mique Beltrán, y como no, la línea francesa más clásica de Chaland. Pero también con el uso de una paleta de colores limitada a tonos ocres y rojos, y un formato apaisado para recuperar la sensación de leer un cuadernillo de tebeos y evocar el futuro de otra época.
Así Cuadrado consigue una aproximación muy fidedigna que no defraudará a los fans de Asimov, pero también una forma de atraer nuevos lectores a este clásico de la ciencia ficción. Cuadrado supera con nota el reto de la adaptación y hace un tebeo para todos los públicos que da nueva vida a las historias de Robots.