Decía Jardiel Poncela que “basta decir una gran verdad para que todo el mundo se ría pensando que se trata de un rasgo de humorismo”, y Tamayo responde a su manera “aviso: este comis es una guarrada”. Suficiente para mantener una sonrisa cómplice mientras las dos enfermeras del Pchiquiático del Doctor Gómez se tiran a un paciente que se hace el dormido hasta que le da un patatús. Una cosa de lo más sencilla que Tamayo convierte en memorable a base de jugar con el absurdo (si explicamos todo lo que se dice pierde la gracia) y no tener ningún miedo a soltar lo que se le pasa por la cabeza. Es por eso que Tamayo es un autor especial: a simple vista, da la sensación de que conoces el chiste, a veces hasta parece que hayas leído la historieta, pero siempre aparece una chorrada auténtica que hace que pierdas la concentración y tengas que parar para partirte el pecho de risa.
Por eso es una suerte que después de un tiempo sin saber de él, aparezcan dos libritos con pocos meses de diferencia. El primero, “Vip’s” (Amaniaco Ediciones) recopila historietas de diversas épocas. Por él pasan varios de sus personajes más queridos, como Super Bobo o Lolo Cíber (claro precedente de Enjuto Mojamuto), y podéis encontrar alguno de sus mejores chistes, pero también alguna de sus páginas más experimentales.
dgomez-600x600Lo de “Doctor Gómez” (Borobiltxo Libros) es harina de otro costal. Se trata de la serie que hizo para la segunda etapa de la revista Makoki entre 1990 y 1993, con lo cual es un tebeo mucho más unitario. Los protagonistas de las historias son los pacientes del psiquiátrico, lo cual le permite dar rienda suelta a lo que se le ocurre. Y lo que se le ocurre, casi siempre tiene que ver con los más bajos instintos vistos con tanto cachondeo, libertad y hasta mala leche, que parece que no exista barrera entre el cráneo de Tamayo haciendo un run run frenético y la mano que aguanta su boli. Así, sin filtrar, como si Benny Hill fuese el séptimo Monty Python señalando lo absurdo que es todo.
Celebremos, pues, la resurrección en formato (más o menos) largo de uno de los autores más injustamente olvidados de los últimos años. Olvido injusto no sólo por la risa que provoca la mayoría de sus páginas, sino por el estilo totalmente reconocible de cada una de sus viñetas, historias y personajes. Ojalá que este rescate venga acompañado de la edición de nuevas historietas.