Un nuevo álbum de la serie principal de las aventuras de Spirou y Fantasio, el que hace 54 en sus 80 años de historia y el cuarto realizado por el tándem formado por Fabien Vehlmann (Mont-de-Marsan, Nueva Aquitania 1972) al guión y Yoann (Alençon, Normandía 1971) al dibujo, los actuales autores estables de este personaje icónico del cómic franco belga.
En esta ocasión reaparece Don Vito Cortizone para encargarles la búsqueda de un tesoro en un país en pleno conflicto bélico, Aswana, donde tendrán que lidiar con los distintos bandos en lucha, manejarse con mercenarios sin moral, para encontrar un tesoro relacionado con la antigua Biblioteca de Alejandría.

De nuevo estamos en otra aventura trepidante de esta pareja de periodistas marca de la casa, mucha acción y humor. Aunque en esta ocasión Vehlmann se atreve a introducir algo más de crítica social como reflejo de la actualidad de lo que es habitual en la serie de Spirou. Aswana no deja de estar inspirada en los conflictos de Oriente Medio, con Siria como epicentro, y como una guerra queda enquistada por los intereses de Occidente y la multitud de facciones que no pueden llegar a un acuerdo. Así que gran parte del álbum se centra en un reflejo de lo absurdo de esos conflictos, luego la historia deriva a lo que es el universo Spirou. Y entonces es cuando los protagonistas entran en una zona gris, pues acceden a trabajar para un mafioso, obligados por ciertas circunstancias, se meten en un conflicto, del que no toman partido en ningún momento, ni se plantea la existencia de las víctimas del mismo que no sean ellos mismos. Son testigos y casi partícipes de acciones repudiables por parte de los mercenarios, y acaban centrándose en un tesoro que deciden proteger incluso de sus legítimos dueños. Y a uno le queda la duda de hasta que punto Vehlmann ha buscado adrede todo ese planteamiento para hacer reflexionar al lector o es consecuencia de otra cosa, signo de los tiempos.

Difícil el trabajo que lleva a cabo en Spirou Vehlmann, con esa doble lectura que intenta darle a la serie, una más simple de aventura a lo Indiana Jones que pueda entretener al público joven potencial de la revista y por otro lado ofrecer algo más para los lectores de siempre. No es fácil lidiar con un encargo como Spirou, un personaje con 80 años de historia, que es todo un icono del medio, que cuenta con parques de atracciones y es el símbolo de una editorial. No hay mucho margen de maniobra en la serie principal que está bajo un estricto control de los editores. Así que es de apreciar la osadía en los planteamientos que está tomando la serie en sus manos. Vehlmann es guionista de series de mucho éxito como Solos y un referente dentro de la revista Spirou, lo que le da cierto margen a la hora de abordar el personaje con garantías.
Por su lado Yoann está cada vez más suelto, su dibujo es una gozada, ver como plantea el dinamismo de los personajes y la acción, como cuida el detalle narrativo acabando las páginas con cliffhangers que ayudan a hacer la lectura más trepidante, muy de la escuela clásica de la BD. Todo con un dibujo que sigue la línea marcada de la serie, sobretodo siguiendo el estilo de Janry, y claro con el de Franquin como referente absoluto, en este álbum incluso tenemos un cameo de Gaston el Gafe, y se anuncian nuevas sorpresas con la recuperación de personajes clásicos que desde hace mucho no volvían a la serie. Un nuevo reto para Vehlmann y Yoann, posiblemente propiciado por el 80 aniversario del personaje.
La etapa de Vehlmann y Yoann en Spirou está encontrando su propia voz, buscando referencias en las mejores etapas anteriores, recuperando y utilizando sus invenciones, para ir creando algo nuevo en su entorno, con historias muy clásicas en su concepción, pero con ese toque de crítica social por debajo, buscando una doble lectura que pueda satisfacer a lectores de todas las edades. Una combinación complicada, de la que consiguen salir con un tebeo más que entretenido. Y que deja ganas de ver como continua esta etapa.