Publicada en formato grapa entre septiembre de 2011 y abril de 2013, The End Of The Fucking World (TEOTFW), recibió todo tipo de parabienes e incluso se llevó el premio Ignatz al mejor minicómic coincidiendo con la finalización de la serie. Posteriormente, Fantagraphics publicaría el libro recopilatorio.
Charles Forsman (Pennsylvania, 1982) formó durante su etapa de estudiante su propia editorial,
Oily Comics, para editar sus tebeos y, con los años, también los de colegas de academia como Max de Radigués, Melissa Mendes, Nick Drnaso o Daryl Seitchik. Su serie Snake Oil, de la que ha publicado hasta el momento 8 números, fue premiada en 2008 en la categoría de mejor cómic y mejor serie, y el propio Forsman fue nominado ese mismo año al mejor autor emergente. Poco se podía imaginar Forsman que el mismo año de su graduación en el Center of Cartoon Studies de White River Junction, Vermont, entraría por la puerta grande en el mundo del cómic independiente. Lo cierto es que el de Pennsylvania ha dado en pocos años grandes zancadas en su carrera como dibujante y editor -ahí están los tres últimos números de Snake Oil, sus series Revenger y Slasher o Celebrated Summer (Fantagraphics, 2013) y I am not okay with this (Fantagraphics, 2017)-.
En los cómics de Forsman abundan los adolescentes inadaptados o los adultos que han perdido el rumbo, sin objetivo y las ganas justas para ir tirando. Sus tebeos tienden a lo contemplativo, el movimiento no es su fuerte, pero como en una película de los hermanos Cohen, siempre atenaza algún recoveco oscuro latente que amenaza con estallar de mala manera. En TEOTFW, Forsman se centra en James un sociópata adolescente y Alyssa, una compañera de instituto, que se enamora irremediablemente de él. Juntos emprenden una fuga en la que van dejando un reguero de cadáveres, mientras buscan sin éxito la seguridad y el abrigo que no han tenido encontrado en casa.

La planificación de página y las elipsis funcionan como un metrónomo que marcan perfectamente el ritmo de lectura

Para organizar el relato, Forsman utiliza dos recursos muy sencillos, pero efectivos: una planificación de página diáfana, de tres tiras a dos o tres viñetas y la alternancia en cada capítulo de la voz narrativa de James y Alyssa, una decisión que recuerda al lector que lo que ocurre en la historia tiene más complejidad de lo que aparenta. La planificación de página y las elipsis funcionan como un metrónomo que marcan perfectamente el ritmo de lectura. El estilo de dibujo de Forsman, autor de línea clara que tanto le debe a Schulz como a E.C. Segar -ojos que son botones, naricillas simples, personajes de perfil-, deja mucho blanco en la página y facilita la lectura fluida, sin apenas esfuerzo. Otro punto fuerte del cómic son los diálogos, breves, concisos, sin florituras.

Este TEOTFW (Sapristi, 2018) es una buena carta de presentación de uno de los autores más representativos de la escena independiente estadounidense. Esperemos que la adaptación televisiva por parte de Netflix haga que el cómic funcione comercialmente y abra las puertas a una recopilación de sus Snake Oil, por ejemplo, donde Forsman acostumbra a dar el do de pecho. Material inédito e interesante del autor lo hay a espuertas…