La prestigiosa editorial generalista Turner incorpora – siguiendo la estela de Actes du Sud – un nuevo título a su catálogo de Historieta tras presentarnos aquel libro-acordeón sobre Duchamp, Un juego entre mi y yo, a cargo de François Olislaeger, colaborador también en este curioso artefacto en torno al pintor que quizás haya pulsado mejor – junto con Roy Lichtenstein – las teclas del Noveno Arte: René Magritte.
Artefacto, pues, antes que libro, ya que esta novedad editorial nos presenta un volumen compuesto de un comic-book, dos tebeos en acordeón y otros dos carteles desplegables, cuyo interactivo mecanismo objetual seguro hubiese agradado al surrealista.
Este René Magritte visto por… se abre con “Personaje que rompe a reír”, título del cuadernillo de François Olislaeger que recrea – en su característica línea clara – una entrevista ficticia a Magritte bajo la forma de cómic sin rejilla, donde sus protagonistas flotan, rodeando y persiguiendo a un pintor que se le escabulle, también, con sus respuestas.
El núcleo de este libro-objeto lo forman dos carteles, el primero, Nací en lunes, obra de Gabriella Giandelli – conocida en España por sus álbumes Silent Blanket e Interiorae– que reinterpreta el juego de Magritte entre las palabras y las cosas; y, el segundo – Los días gigantescos del flamenco Brecht Vanderbroucke, autor de White cube – que muestra en una de sus caras un collage con diversos motivos magritianos y, en otra, una historieta muda sobre una pareja que habita el misterioso mundo del surrealista.

Con todo, la mejor obra entre las aquí presentadas es ciertamente Los vendimiadores, un librillo-acordeón a cargo de David B. y Erik Lambé cuyo dibujo aprovecha al máximo el juego del contraste en superposición entre rojo y azul de la risografía. El volumen se cierra con un segundo acordeón La luna, la nieve, el techo del croata Miroslav Sekulic-Struja que despliega, por un lado, el panorama de un boulevard contaminado por el mundo de los sueños y, por otro, una serie de reinterpretaciones de las pinturas más conocidas del maestro.
 

Fig. 1- René Magritte: Les mots et les images La Révolution Surrealiste Nº 12 (1929)

 
De entre los elementos que aproximan la obra del artista belga a la Historieta destaca, por supuesto y en primer lugar, la relación entre las palabras, las cosas o las imágenes de ambas, una ascendencia de la “lección de cosas” ampliamente reconocida, de buen principio, por el mismo André Breton y a cuya luz se revela el enigma detrás de la serie de cuadros La clé des songes, presididos por el célebre La trahison des images (1927) o, en vulgata, Esto no es una pipa. En breve, Magritte propone que estas relaciones – descritas en su ensayo visual Les mots et les images (Fig. 1) – son arbitrarias y permutables: no hay un vínculo necesario entre “el sol”, su imagen y la palabra “sol” pero una vez establecido su enlace convencional la palabra puede ser substituida por su imagen o viceversa, al modo del pasatiempo jeroglífico de los periódicos. Este recurso al juego de palabras y figuras permea el conjunto de Magritte visto por…
Fig. 2- René Magritte-Los amantes 2 (1928)

 
De igual manera, el misterio de la vida y obra de Magritte late entre estas páginas, quizás resoluble a manos de Fantomas, su querido héroe de folletín: un suicidio terrible, el de su madre, cuyo cuerpo apareció en un río con la cabeza enrollada en una sábana, motivo recurrente de sus pinturas (Fig. 2). Como broche final Olislaeger nos recuerda en “Personaje que rompe a reír” la afición de Magritte por los Pieds Nickelés (1908) de Louis Forton, un trío subversivo que George Bataille alababa en su revista Documents de 1930:
“Un dios mejicano, como Quetzalcoat […] siempre me pareció un Pied Nickelé. […] La diversión sin freno dispone de todos los productos del mundo, todos los objetos desechados se pueden romper como juguetes. No puedo impedirme estar groseramente encantado con la idea de que algunos hombres, un poco salvajes, al no encontrar tal paraíso a su alcance, se lo han dado generosamente a unos fantoches erigidos en dioses, reduciéndose ellos mismos al papel de juguete, hasta el punto de mirar curiosamente, pero con un gran cuchillo, lo que hay dentro del vientre del juguete que grita.”