No hay esperanza para el futuro, porque los jóvenes sólo piensan en ellos mismos. No respetan la autoridad. Se creen que lo saben todo. Son arrogantes. Son inconscientes. Quieren hacer trizas el mundo. En un tiempo lleno de posibilidades, pero rebosante de decepción, los jóvenes están cambiando. Tienen el mismo aspecto, pero actúan diferente, piensan diferente, y tienen habilidades con las que nosotros sólo podemos soñar