Que el western y la poesía homérica sean vecinos, es algo que debemos a John Ford. Y es que el director de cine fue quién mejor supo ver los puntos en común entre la epopeya clásica de los marineros jónicos y el árido cabalgar hacia llanuras inexploradas de los colonos norteamericanos.
Tomando como premisa la visión fordiana (o si lo prefieren, la visión epopéyica), Mathieu Blanchin y Christian Perrissin se han propuesto narrar de manera rigurosa las andanzas de Martha Jane Canary (más conocida como Calamity Jane) en tres volúmenes. La primera entrega, que ocupa los años de su juventud (1852-1869), arranca con el éxodo de la familia Jane. Tras la muerte de los patriarcas la joven Martha Jane asume el mando familiar y se ve obligada a abandonar el nido para asegurar la manutención de su hermanos.

Martha-Canary_paginaSu periplo empieza bordeando las Montañas Rocosas; tras una travesía Jane llega por fin a su destino: el fuerte Laramie. Allí, el papel que le otorga su condición femenina no pasa el de ser una simple empleada de limpieza a las órdenes de una gorda patrona. Jane seducida por la llamada salvaje dejará el fuerte para formar parte de una caravana que la llevará a atravesar el territorio de los indios arapajoes.

Enmarcado en la narrativa biográfica, el cómic de Blanchin y Perrisin peca de un cierto rigor histórico que si bien en ocasiones se agradece por el tono didáctico en otras en cambio juega en su contra y rebaja en muchos enteros la intensidad de la historia. La primera parte por ejemplo es un pequeña maravilla que recuerda vagamente al árido western que filmó Jim Jarmusch en Dead Man, en donde se hacía patente el salvajismo y la desolación de la sociedad norteamericana de la post-guerra civil. Pero la parte central del cómic enmudece las buenas expectativas depositadas que, por suerte se recuperan en el último tramo de la historia en el que los autores apelan a los mejores recursos del western esto es: travesía en diligencia con ataque de los indios incluido. Esperemos que en los siguientes volúmenes Blanchin y Perrisin sepan dosificar mejor el peso y la intensidad de las vivencias de Calamity Jane.