Desde un buen principio “Luna al revés” consigue sacudir al lector. En las primeras viñetas Blutch noquea y desconcierta vean: una madre entrega a su hija una píldora de cianuro como prueba de que ha llegado a la edad en la que es necesario proveerse de un comodín para superar ciertos obstáculos de la vida. Y a partir de ahí el crescendo pertubador continuará sin bajar el listón.
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Enmarcado dentro de un género que el propio autor ha bautizado como “science fantasmatique” (ciencia fantasmagórica o fantásmica), “Luna al revés” es un cómic en el que la ruptura y los giros argumentales predominan sobre cualquier otro aspecto, mención a parte merece el trabajo con el color de Isabelle Merlet.
El futuro cercano que Blutch ha imaginado recuerda a ficciones distópicas como “La naranja mecánica” o “Farenheit 451”. Sociedades enfermizas en las que transitan personajes de rasgos excesivos -tanto física como psíquicamente-.
Lantz, por ejemplo, uno de los protagonistas de esta fabulación futurista es una autor de cómics en plena crisis creativa del cual se espera sea capaz de finalizar la obra que la sociedad en masa anhela: “El Nuevo Nuevo Testamento”. En el futuro la gente se pirra por los cómics y no por las series.
Mientras Lantz -que por cierto guarda un sorprendente parecido con el propio Blutch- da tumbos emocionales la macro empresa Media Mondia -encargada de la edición de “El Nuevo Nuevo Testamento”- trabaja en paralelo. Para ello emplea a gente que dedica su jornada laboral a manipular una especie de masa viscosa sin saber muy bien lo que están haciendo. Así se escriben los cómics del futuro. Interpreten esta potente imagen como buenamente quieran, aunque es bastante elocuente.
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Cómic complejo e inquietante, lleno de potentes alegorías y detalles desconcertantes (Lantz se parece al propio Blutch pero otro personaje, el caza talentos de la editorial, se apellida Blütch), “Luna al revés” como ha dicho el propio autor es “un cómic de anticipación (…) una obra que describe otra época pero que al final es el fiel reflejo de la nuestra (…) he convivido con estos personajes durante dos años y medio, mi opinión acerca de sus actos es confusa (…) sé que viven y mueren en un mundo en el que no se sabe muy bien por qué se trabaja. Este mundo es el mundo de los animales humanos“.