Prácticamente hace más de un siglo desde que la Física cuántica comenzó a revolucionar el mundo de la ciencia, los resultados que se han extraído de ella han revolucionado nuestra vida, siendo esta la base con la que se entienden muchos de los avances tecnológicos que nos rodean de forma cotidiana. Como por ejemplo en el funcionamiento de cualquier aparato electrónico. Sin embargo sigue siendo una gran desconocida para el gran público, quizás causa de ello es que la base formal de la misma necesita de unos conocimientos matemáticos no triviales, y por otro lado porque los resultados que explican el mundo microscópico muchas veces se escapan a la lógica con la que nos movemos en el mundo de los objetos de escala humana. A otras escalas otras reglas.

Por eso es interesante que existan cómics como este El misterio del mundo cuántico donde el físico teórico Thibault Damour (Lyon, 1951) se une a los lápices de Mathieu Burniat (Bruselas, 1984) para hacer una inmersión a la física cuántica. El esquema buscado por Damour es el de la presentación histórica. Es decir cómo fue introducida poco a poco para poder explicar las observaciones que se estaban haciendo en los experimentos físicos a principio de siglo XX y cómo los nuevos resultados fueron probados con nuevos experimentos. Así que el personaje principal empieza su aventura accediendo a un mundo cuántico fantástico donde se irá encontrando con los diferentes pioneros de la teoría: Planck, Einstein, De Broglie, Bohr, Born, Heisenberg, Schrödinger, hasta llegar a Everett para introducir uno de los problemas fundamentales de la teoría cuántica, esto es cómo interpretarla.

Una aproximación de corte clásico, hecha con mucho rigor, lo que puede hacer que el tema resulte un poco arduo para el que no esté familiarizado. Burniat ayuda a simplificarlo con un personaje que es una mezcla de Tintín y Bardín el Superrealista, que tiene un perro como compañero. Este personaje principal se irá encontrando con los distintos científicos citados y sus diferentes dilemas. Es ahí donde el lenguaje del cómic suma para introducir un tema que en definitiva no es tan oscuro como puede parecer a priori.

Un buen tebeo de divulgación científica y otro nuevo ejemplo de la versatilidad y la validez del lenguaje secuencial del cómic para estos propósitos a añadir a la lista de trabajos similares como Logicomix, Neurocomic, entre otros. Aunque la traducción usa siempre términos adecuados, su precisión puede distraer un poco de la lectura a los neófitos. Pero en ningún momento pierde el rigor ni tampoco supone una traba para disfrutar de esta introducción al mundo cuántico apta para todos los públicos, un buen punto de partida para introducirse en los secretos cuánticos.