Aurélien Ducoudray ((Chateauroux, Francia, 1973) es reportero, fotoperiodista y guionista. Después de leer Evasión del campo 14 (Blaine Harden, KAILAS, 2014), que cuenta la vida del único norcoreano que nació y consiguió escapar de un campo de concentración de Corea del Norte, se preguntó si dentro de esas fronteras podía existir la felicidad. Para responder a esa pregunta, y para ser fiel a su principal fuente, decidió explicar la cotidianidad de ese régimen a través de los ojos de un niño.

El punto de vista, la narración y el ritmo hacen de este álbum una valiosa crónica sociopolítica del régimen norcoreano

Jung San tiene ocho años y tiene el privilegio de ser el jefe de las juventudes patrióticas de su barrio. Aunque con muchos años de diferencia, nació el mismo día que Kim Jong-il, lo cual es una suerte para él porque en su país sólo se celebra un cumpleaños, el del gran líder. Jung San lee cómics del soldado Weng, juega a luchar contra los perros americanos o los títeres del sur, cumple sus horas de trabajo agrícola obligatorio, se divierte con la patrulla nocturna y lo vive todo con la ingenuidad y la inocencia que comparte una generación muy bien adoctrinada. Pero su fe inquebrantable en la familia Kim empieza a resquebrajarse después de mucha hambruna y una revelación familiar. (Por cierto, la palabra “hambruna” está prohibida en Corea del Norte. También está prohibido dibujar a cualquier miembro de la familia del gran líder.) La familia de Jung San toma la decisión más difícil y peligrosa de su vida y es ahí cuando la inocencia se queda atrás y Jung emprende su propio descenso a los infiernos que lo llevará a la disidencia y al compromiso político cimentado por unas muy duras experiencias personales.

Aunque en un par de ocasiones el lector se sitúa por delante del protagonista, la elección del punto de vista, la narración y el ritmo hacen de este álbum una valiosa crónica sociopolítica de lo que ocurre en el régimen norcoreano. Para ello Ducoudray se ha aliado con la ilustradora Mélanie Allag (Nantes, Francia, 1981), que con éste se estrena en su primer cómic. De línea redonda, suave y de contraste de colores atractivos, con énfasis en el realismo expresivo. El dibujo ayuda al relato a permanecer en la idea del punto de vista del protagonista. Según la propia autora, durante los tres años de creación de este cómic su estilo ha ido evolucionando desde lo naif hasta el dibujo realista asimilado con las ilustraciones de la propaganda norcoreana.
Una curiosidad, todo en el cómic está documentado y es fiel a sus fuentes menos el personaje de los cómics que lee el protagonista. El soldado Weng es una creación de los dos autores a imagen y semejanza del Sargento Rock de DC.