Hay mucha tela que cortar en este Cantar de Aglaé de Anne Simon (La Crèche, 1980), primera pieza de su saga los cuentos de Marylène, de la que en Francia han aparecido ya tres volúmenes. En parte cuento de hadas, fábula, manifiesto feminista, intriga palaciega, comedia cáustica y tragedia familiar; casi nada. Lo más increíble es que toca todos estos palos con aplomo, buen hacer y alegría.
Anne Simon, premiada en la categoría de joven talento en el Festival de Angoulême de 2004, publicó la historia dividida en pequeños capítulos independientes en distintos números de las revistas Strapazin y Dopututto, de la editorial francesa Misma, sello familiar afincado en Barcelona y regentado por los hermanos Filliatre, Damien, a.k.a. Estocafich, y Guillaume, El Don Guillermo, responsables junto a Manu Vidal y Ed Carosia de Bang de los cachondos y muy respetados, Golden Globos.
La protagonista de la historia es Aglaé, una ninfa acuática de la especie conocida como Oceánida, una de las muchas criaturas antropomórficas que pueblan el relato de Simon, a la manera de las criaturas de los tebeos de Joann Sfar o Lewis Trondheim, sobre todo este último. Aglaé le hace saber a su padre su odio a todos los hombres y, a pesar de ello, su vida acabará marcada por tres: su marido, su amante y su hijo. La protagonista aprende de bien joven todo lo que necesita saber sobre los hombres, cuando en un encuentro casual con un sinvergüenza macho acuático se queda embarazada, y su padre, dominante y atávico, troglodita, la expulsa de la familia y del hogar. El dictado patriarcal la condena así a un matrimonio de conveniencia con el dueño de un circo llamado Mr. Kite (una de las varias referencias de los Beatles esparcidas a lo largo del libro), para evitar su ejecución a manos del cruel tirano misógino Von Krantz, gobernante del reino de Barbarann ​​(la referencia a los Beach Boys tampoco falta; el homenaje a Bowie también se incluye), en el que se castiga con la pena capital el embarazo fuera del matrimonio.
Este particular cantar de gesta traza el destino de una mujer despreciada, abyecta y todopoderosa, reina de un país devastado, que se rebela airadamente contra su infausto destino marcado por la crueldad masculina. Asesinatos, secuestros, resentimientos, incompetencias, adulterios, estupideces, castigos y canibalismo se suceden en las páginas de esta primera parte del universo provenzal de Simon.
Como ya ha demostrado en otros trabajos suyos publicados en nuestra tierra -las biografías sobre Einstein, Freud y Marx guionizadas por Corinne Maier y publicadas por Norma o ese álbum de las pequeñas aventuras de Clara Pilpoile también publicado por Norma-, Anne Simon tiene un trazo cautivador, bien tramado, con un don especial para la caricatura y el estilo cartoon y una facilidad pasmosa para el diálogo preciso y la elipsis. Un estilo que recuerda muchísimo a otra paisana, Catherine Meurisse
La excitación de adentrarse en una saga de les grandes, con unas protagonistas bien definidas y carismáticas y un genial giro final, como los que nos regalaban a finales de los 90 los grandes renovadores de la BD: Blain, Sfar, Trondheim y compañía. Esta es la sensación que uno tiene al leer esta primera entrega del universo de Marylène. Esperemos que el cómic funcione comercialmente y nos lleguen nuevas entregas, gracias a La Cúpula. Un aplauso a la genial traducción de Rubén Lardín, como acostumbra.