Berta tiene 35 años, una vida en pareja y un trabajo estable de dependienta en una perfumería. Digamos que, tal y como están las cosas en este país, en apariencia, no tiene mucho de lo que quejarse. Pero si la llama del amor con la pareja se apaga y no queda ya ni la monotonía y el trabajo es una esclavitud sin atisbo de mejora, la cosa ya pinta peor. Y si encima acontece el desastre del título, todo se precipita: corta con su pareja, debe encontrar nuevo piso de soltera, no sin antes pasar por un regreso a casa de sus padres y pierde el trabajo y acaba de patitas en la calle. Cambios radicales, que cualquiera teme afrontar, sobre todo en una edad que se supone ya tienes que haber madurado y estar asentado. Por fortuna, Berta es fuerte y tiene buenas amigas y esta tragedia le va a servir para redescubrirse, empoderarse y perder el miedo a esas dependencias que la sociedad nos impone. Y como el resto, sobrellevará lo que le toque vivir, lo mejor que pueda.

Desastre es el segundo trabajo largo de Mamen Moreu (Huesca, 1985), tras Resaca (Astiberri, 2014), donde retomaba a Marcela, un personaje creado en El Jueves, para hacerle vivir una historia de humor gamberro, frenesí y alcohol. En esta ocasión, el humor sigue presente, tan desvergonzado y escatológico como antes, pero de fondo hay una clara crítica social y mucha reivindicación de que hay situaciones por las que no vale la pena sufrir y es mejor tomar las riendas. Lecciones de las que hay que tomar nota. A este mensaje de fondo más serio, le acompaña también una evolución en el dibujo, más realista, sin que pierda los rasgos caricaturescos marca de la casa -aquí no encontraréis tantas articulaciones descoyuntadas como había en Resaca. Moreu se acerca más a la tradición franco-belga en tono y estilo, a trabajos de autoras como Aude Picault o al señor Jean de Dupuy y Berberian. Sin embargo, mantiene el toque gamberro que enraiza con la tradición satírico humorística de El Jueves, donde Moreu sigue publicando regularmente, y juega con un uso del color muy personal, con colores planos en los fondos de viñeta que se yuxtaponen y combinan con distintos fines narrativos, para acompañar sentimientos, ambientes o simplemente para cambiar encuadres.

Desastre es, en definitiva, un tebeo divertido, una comedia de situación con su dosis de introspección, en el que es difícil no empatizar con su protagonista y que no te toque la fibra sensible. Una peripecia compleja que Moreu emprende con frescura y naturalidad.