Resulta imposible hablar de Coleguis y no empezar haciendo referencia al elefante en la habitación o, lo que es lo mismo, a la rana en la portada. Pepe, el personaje verde que, sin nadie saber muy bien por qué, acabó convirtiéndose en un referente de la ultraderecha norteamericana en internet.
Cómo un personaje destinado a los rincones menos mainstream de la contracultura acabó en manos de la alt-right es uno de esos misterios de internet que tal vez nunca lleguemos a descubrir. La cuestión es que, después de dos buenos años de publicación en papel, en 2008 la presencia de Pepe en internet empezó a crecer. De los perfiles de Myspace a los memes de 4chan, Tumblr y otras páginas y foros que hicieron suyo el lema de Pepe “feels good, man” (o “da gustito, tíu” en la brillantérrima traducción española). En 2015 la derecha pro-Trump hizo suyo el discurso de “haz lo que te dé gustito”, aunque eso signifique votar a un descerebrado (aquí podríamos encontrar un símil en el “ser políticamente incorrecto” que enarbola nuestra derecha más rancia). El resto es historia contemporánea del meme.

La cosa, y ya acabamos con la previa “Pepe facha”, tendría sentido si el tebeo del que proviene el personaje, Coleguis (Boy’s Club en el original) tuviera algún tipo de contenido político, Pepe se significara en algún momento como votante de algún partido o hubiera alguna ideología detrás de sus páginas. Pero la realidad es que no estamos ante un tebeo especialmente político. Después de leerlo uno no se imaginaría jamás a los protagonistas de Coleguis yendo a votar. Es más, si por algo se caracteriza Coleguis es por abrazar la anarquía más absoluta en forma, contenido y discurso.
Dicho esto, hablemos del cómic que nos ocupa. Boy’s Club se publicó originalmente como cuatro fanzines independientes entre 2006 y 2011, y describe las aventuras de cuatro compañeros de piso, Andy, Brett, Landwolf y Pepe a través de historias cortas, la mayoría de veces de una sola página, casi siempre sin indicar principio ni final. Su creador, Matt Furie (Columbius, Ohio, 1979), las encadena una con otra sin demasiada solución de continuidad, como flashazos de la vida de cuatro tarados que nunca salen de casa, y cuya existencia transcurre entre pizzas en el sofá, videojuegos, porros y alucinaciones varias, además de las pertinentes visitas al váter, que aportan algunos de los momentos más escatológicamente brillantes del cómic.
Coleguis abraza el surrealismo más absoluto. Algunas páginas consisten, simplemente (y poned muchas comillas a este simplemente, porque a mí me parecen una pasada), en alguno de los protagonistas convirtiéndose en monstruos, alucinaciones o versiones raras de sí mismos. Otras describen simplemente situaciones sin diálogo o ilustraciones a página completa sin principio ni final.
Y qué caray, esto es muy divertido. Divertido como quien se ríe de un pedo mal disimulado o de alguien que se cae por la calle. Simplemente saltar de una situación a otra de la triste vida de estos mendrugos mola mucho. Pasar de chiste en chiste y de WTF a WTF hasta devorar el tomo es sencillísimo y nos deja con ganas de más. Aunque ojo, no es el tebeo que dejarías a cualquiera después de Maus y Persépolis. O sí, y te echas unas risas con las consecuencias.
La edición de Apa-apa recopila los cuatro fanzines originales más algunos extras con el mimo y detalle que caracteriza a la editorial. Un buen tochete para flipar con lo que puede llegar a salir de la mente de Furie, más loco y surrealista a cada página. Humor de caca, pedos y porros de alto voltaje.

Como ya hemos adelantado un poco más arriba, la traducción a cargo de Txuso Fernández Abella merece una mención especial. Traducir la jerga con la que hablan estos cuatro no es fácil, y la edición española se beneficia de una traducción de diez, creando un idioma propio que suena familiar y que no desentona nada con los personajes. Simplemente, no podrían hablar de ninguna otra manera que no fuera esta. Chapó.
Para los que os preguntéis cómo ha acabado la historia de Pepe como meme racista… bueno, no ha acabado. Furie intentó dar carpetazo al asunto matando a Pepe en una viñeta publicada directamente en internet (y no incluida en este recopilatorio, porque para qué darles ese gustazo, ¿no?). Pero la red no olvida y seguramente tengamos memes con la cara de Pepe con el tupé de Trump rondando por la red hasta el fin de los tiempos.
Tal vez con este panorama se haga más necesario que nunca reivindicar a Pepe como personaje. Como una rana de fanzine que nunca habría querido ser famosa, sino ponerse camisetas guapas y fumarse unos petas con Andy, Brett y Landwolf. Puede que la fama se lo llevase por delante, pero siempre nos quedará nuestro tomito guapo de Coleguis para recordar quién fue realmente y celebrar el cómic como medio en el que hacer y decir lo que nos dé la gana.
Los memes pasarán, los tebeos quedarán. Pepe ha muerto. ¡Larga vida a Pepe!