Son varios los elementos que desconciertan al lector cuando se enfrenta por primera vez a este ¿Arte? ¿Por qué? Por un lado descoloca que nos encontremos ante un ensayo, mejor dicho, lo que serían unos apuntes académicos sobre el Arte y su condición, y conforme avanza la lectura del pequeño volumen, muta y deviene historieta, en la peculiar manera como Eleanor Davis (Tucson, Arizona, 1983) la entiende. ¿Y qué es para Davis la historieta? Un medio de expresión artístico de espíritu juguetón y contestatario, líneas y volúmenes líquidos y composiciones libres.
El libro empieza con un tono aséptico, enunciativo, en el que se categorizan formas de arte a partir del color, el tamaño, la intencionalidad, la belleza o la proyección. Poco a poco, Davis introduce el humor y abandona la impersonalidad del texto mecánico y neutro para dar paso a la subjetividad, a la autoría. Es un deslizarse suave hacia la impredecible vida del artista, en este caso, de un grupo de nueve artistas -cada uno con su especialidad- que conforman comunidad y pretenden organizar una exposición colectiva. Esta vida comunal y descentralizada refleja de manera fiel la manera como Davis entiende el arte en la vida real. Davis participa del activismo, milita en Athens for everyone, plataforma vecinal en contra de las cada vez mayores desigualdades económicas y sociales, el racismo institucional y el recorte de libertades a la población inmigrada.

La tesis de ¿Arte? ¿Por qué? proviene de un período de incertidumbre y ansiedad en mi vida, de no saber qué iba a suceder y cómo mejorar las cosas. Después de las elecciones (estadounidenses, en las que salió elegido Trump) me siento mucho más agradecida (¿aterrorizada?) por lo mucho que el arte puede cambiar el diálogo cultural, y a lo que realmente significa un diálogo cultural: a quién dispara la policía, a quién le arrebatan los hijos, a quién dejan en la calle sin recursos, quién está depauperado y cómo pensamos la pobreza, quién es bombardeado”. Así se explicaba Davis a preguntas de Jillian Tamaki en una entrevista publicada en The Comics Journal.
Conceptualmente sorprende esta obra de Davis. Juega desde un principio con la disposición en página y la mirada lectora. El cómic empieza con texto en página izquierda y dibujo en la derecha; a eso se suma, el trazo simple y el tono educativo cede poco a poco terreno al negro, al tiempo que aparece la broma, el chiste. Entran en escena cortas  secuencias narrativas de página completa o doble página en las que ponemos nombre a los personajes, empezamos a conocer algo de ellos. En vez de viñetas, estos se mueven por páginas en las que hay composiciones curvilíneas que guían con mimo y gracilidad al lector. Esta manera de dibujar la perfeccionó en su anterior obra, la autobiográfica You and a bike and a road (Koyama Press, 2017).
Davis se sirve de la mofa para hablar con espíritu crítico sobre el mercado del arte, las adicciones cibernéticas que te pueden llevar “a abandonar tu vida normal”, como los préstamos para poderse pagar los estudios afectan a la creación artística, el identificarse demasiado con la obra, el peso de la creación sobre el propio artista o la imposibilidad de vivir sin el arte. El arte como motor vital y herramienta de transformación social. Siempre desde una óptica vitalista, crítica y sumamente bella.
Cada libro de Eleanor Davis es conceptualmente distinto y acostumbra a acumular menciones y premios. Este último no ha sido una excepción. Compagina su faceta de ilustradora -como ella misma se define- con la de dibujante de cómics. Alterna el cómic infantil y juvenil con el adulto. En infantil, La Galera, publicó en 2011, Stinky, el monstruo del pantano, su libro de debut en 2008, realizado cuando aún estudiaba en el Savannah College of Art and Design. Davis empezó publicándose sus propios fanzines y, desde entonces, va y viene de manera habitual entre las obras de mayor extensión y las grapas e historietas cortas -existe una recopilación de sus trabajos cortos, How to be happy (Fantagraphics, 2014)-, las pequeñas (Youth in Decline, Retrofit) y las grandes editoriales como Fantagraphics. En otoño estrenará nueva obra con Drawn & Quarterly, The Hard Tomorrow, cuyos primeros capítulos se pueden leer en formato digital previo pago.
En el texto promocional de Fantagraphics anunciaban ¿Arte? ¿Por qué? como “casi un cómic. A medio camino entre la bobada y lo severo”. Una síntesis perfecta para esta maravilla. Impecable traducción de Esther Cruz Santaella, por cierto.