Lo que iba a ser una semana de relax en la montaña para “Perry”, un apocado ciudadano medio, harto de su trabajo y de su insulsa vida sentimental -y “Gordo”- la versión esquizoide de “self-made man” americano, se convierte en una auténtica pesadilla al estallar varios artefactos nucleares norcoreanos en el estado de Oregon.

A partir de este contexto, Peter Bagge nos presenta su obra más madura; una desgarradora lucha por la supervivencia con una dosis de violencia poco común en sus trabajos anteriores. En estas 121 páginas he visto más gente morir degollada, acribillada, atropellada y acuchillada que en todos los tomos de “Odio”.

 Por el título y la portada del trabajo, uno puede pensar que se va a encontrar una especie de grupo de jóvenes suburbanos y subnormales de clase media (tipo “Apestoso” y “Buddy Bradley”) encantados de no tener que volver a trabajar nunca más, encantados de no tener que ponerse corbata en un mundo en ruinas. Nada más lejos de la realidad, ya que toda la ironía y acidez a la que nos tiene acostumbrados Bagge, se torna en crudeza y desprecio total hacia la existencia humana.

 

 

Seguramente en un contexto post-nuclear, solo  podrían sobrevivir los más hijos de puta o los más preparados en técnicas de supervivencia o de agricultura ecológica. Hay gente que se adapta bastante rápido, como “Gordo”, que ven la oportunidad de tener unas cuotas de poder en el nuevo mundo que difícilmente hubieran conseguido en otras circunstancias. Otras, en cambio, se resisten a despegarse de todo su legado moral y cultural. En este nuevo mundo da igual los estudios que tengas, aquí lo importante es el número de balas que guardas en la recámara.

En cada página, asistimos la evolución de los personajes y en consecuencia a la evolución de ésta “nueva” raza humana. Los más tecnificados, los idealistas que intentan crear un nuevo tipo de sociedad, se ven irremediablemente barridos del mapa por la violencia de una humanidad embrutecida. Una vez reducidas sus inquietudes y necesidades a la más mínima expresión- mujer, comida, cobijo, armas-

se tornan hostiles contra cualquier atisbo de que la civilización que habían conocido hasta entonces -la civilización que los marginaba y los alienaba, tratándolos como bichos raros, como “frikis”- vuelva a resurgir de sus cenizas. Más que delante de un Apocalipsis “friki”, estamos ante la venganza final de los “frikis”, ellos han sido esta vez los últimos en reír, eso sí, sobre un montón de ruinas y cadáveres.

Quizás os parezca una exageración, pero de este álbum puede salir una excelente y muy original película apocalíptica (género tan en boga últimamente) siempre y cuando se respete la idea original.

Señor Bagge: me quito el sombrero.