Los sistemas patriarcales han ignorado sistemáticamente a las mujeres desde siempre. Se ha intentado por todos los medios relegarlas exclusivamente a la vida doméstica y despojarlas de la libertad de elección. Y a pesar de todo han hecho cosas. Continuamente. Han sido científicas, escritoras, luchadoras, gobernantes de países, han tenido éxito económico y artístico… La habitación propia que pedía Virginia Woolf para escribir aquí se podría traducir como un espacio en la historia de la humanidad, un modo de reclamar los logros y la excelencia de la mitad de la población.

 
En el segundo tomo de Valerosas, como ya pasaba en el primero, nos encontramos ante una forma de recuperar esos nombres que la historia ha borrado, en este caso abarcando desde el siglo XIX a la actualidad. Con el dibujo sencillo y fresco de Pénélope Bagieu (Paris, 1982) se nos contará la vida de quince mujeres de todo tipo, desde la periodista Nellie Bly, hasta Sonita Alizadeh, una rapera afgana; pasando por muchas otras como Betty Davis, Hedy Lamarr o la astronauta y trekkie Mae Jemison.
Mil veces hemos podido leer argumentos negando esta falta de visibilidad, alegando que las mujeres no han hecho nada y que sólo pasan a la historia las que se lo merecen de verdad. Sin embargo, simplemente leyendo este tebeo podemos ver todas las trabas puestas por la sociedad a los logros femeninos. A veces con de leyes o reglas injustas, otras veces recurriendo directamente a la violencia física y el asesinato.

Valerosas refuta este argumento de una manera simple y accesible. Su tono ameno y celebratorio (a pesar de las injusticias que cuenta) hace que sea una lectura agradable y dinámica, en mi caso lo leí entero en una sentada porque no podía despegar los ojos de las páginas. Tras cerrarlo encendí el ordenador y me puse a investigar sobre la vida de las mujeres que había leído. Poco a poco van surgiendo plataformas que dan visibilidad a autoras, científicas o artistas y Valerosas es genial para iniciarse en ellas.