Safari Honeymoon cuenta la historia de una adinerada pareja que decide pasar su luna de miel haciendo un safari, en compañía de un servicial guía preparado para todo lo necesario; desde su protección hasta cocinarles los desayunos más exquisitos. Un lujo exclusivo si además tenemos en cuenta que el destino del viaje es una especie de selva alienígena llena de seres extraños.
¿Qué podría salir mal en este escenario que plantea Jesse Jacobs en Safari Honeymoon? la segunda obra de este canadiense que nos trae DeHavilland tras la épica de seres divinos que era Por sus obras le conoceréis (2015, DeHavilland).
Originalmente editada en 2014 por Koyama Press, en Safari Honeymoon Jacobs opta de nuevo  por una historia de género fantástico, esta vez con un planteamiento clásico en la ciencia ficción: el encuentro con fauna exótica (véase el Arzach de Moebius, la serie de Aldebarán de Leo, Biotopo de Apollo y Brüno, o incluso el A.l.i.e.e.n. de Lewis Trondheim por citar algunos tebeos) que el autor lleva a su terreno, el de las geometrías y cenefas a lo Escher, los personajes tipo cartoon con anatomías flexibles y desproporcionadas, que desprenden una tierna crueldad, una crueldad tan natural como bizarra que Jacobs yuxtapone a la crueldad humana de distintos niveles.
De nuevo lo que parece una historia sencilla creada por el placer del dibujo surrealista contiene una reflexión sobre la naturaleza humana con tonos ecologistas, no parece casual la elección del verde como único tono cromático más allá de dar volumen a este vergel extraterrestre, que es tan protagonista como los humanos que lo visitan. Pero lo primero es el espectáculo, el disfrutar con la flora y fauna alienígena que se inventa Jacobs, siguiendo la tendencia de lo que Santiago García denominó los primitivos cósmicos: una escena alternativa al realismo y costumbrismo como vía principal de las novelas gráficas, buscando más el sentido de la maravilla, el gusto por el dibujo y la experimentación con el medio, una visión más artística que literaria de los tebeos. Tampoco es casulaidad que nos recuerde a Olivier Schrauwen en el surrealismo que rodea las aventuras en la jungla, ya sea del Congo colonial de Leopoldo II de Bélgica o en un paisaje extraterrestre. O a las creaciones de Jesse Moynihan, otro de los primitivos cósmicos. El propio Jacobs los cita como autores que le inspiran.
Un tebeo que se lee disfrutando de la naturaleza imaginaria, con una agradable sensación de extrañeza y de humor finamente destilado, y que hace que sigamos interesados en seguir su trabajo. Su próximo tebeo ya está anunciado para la próxima primavera, Crawl Space, promete más psicodelia y geometrías extraterrestres.