En 1984 Mauricio Vicent tiene veinte años y, harto de Madrid, viaja a La Habana, donde, fascinado, decide quedarse. Descubre un país casi sin turismo, donde el espíritu de la revolución es palpable y el bloqueo norteamericano y las propias ineficiencias han hecho mella: libretas de racionamiento, tiendas paralelas, tráfico de divisas, niños con nombres rusos… A través de anécdotas en clave de humor mordaz del protagonista recién llegado, se descubre el pulso real de la Cuba de la época, en vísperas del Periodo Especial y de la fuerte crisis económica que hundiría la isla tras la caída de la Unión Soviética. Vicent acabó siendo corresponsal en Cuba para El País (1991-2011), y sus vivencias juveniles en la isla están plasmadas en viñetas por el dibujante y cineasta cubano Juan Padrón