A Andrés Magán (Vigo, 1989) lo conocíamos por tebeos cortos como Optimización del proceso (Ediciones Valientes), su colaboración en la caja verde de Autsaider o por sus obras en la vanguardista y cuidadosa editorial gallega Fosfatina. Lo identificábamos por sus formas, colores y abstractos hipnóticos pero también por sus universos turbadores y premisas inquietantes. En Griza Zono (Fosfatina) descubrimos su habilidad por los juegos narrativos.
Ahora, en Fragmentos seleccionados, Magán sofistica los artilugios del relato creando escenarios interconectados, solapados, premeditadamente desordenados -o no- en los que se sumerge en la condición humana. La duda, la culpa, la muerte y el omnipresente proceso creativo son algunos de los motivos sobre los que Magán articula las historias de este mundo turbador y magnético del que uno no quiere salir.
Magán parece cómodo enseñando fogonazos de varias historias que podrían cohabitar en un mismo plano. Juega con la contraposición de colores primarios, con la repetición y con la composición formal como un kamikaze acostumbrado a las alturas saldría a dar un paseo en bicicleta. Se olvida de racionalismos y de perspectivas o, más que olvidarse, los subvierte a consciencia. Crea su propio paradigma narrativo y da pistas o crea dudas al lector sobre su propio punto de partida y su propia meta.
Apa Apa edita esta genialidad sofisticada, no apta para todos los públicos, y reafirma su naturaleza en la difusión de las nuevas experimentaciones en la narrativa gráfica contemporánea. Bravo por este tándem.