José Ja Ja Ja llamó la atención con Culto Charles, una bomba de relojería bien empaquetada por Fulgencio Pimentel en 2014 destinada a romper muchos prejuicios (y a encorsetar, apretando, a quienes no quisieran ver que ‘The Times They Are a-Changin’, como siempre y constantemente cambian)
Pero José Ja Ja Ja no es un espíritu provocador, sino un hombre con un potente frontal de espeleólogo que explora la selva virgen sin perder ni la sonrisa ni la alegría por descubrir tierras nuevas. En la empresa es severo y responsable. Sus pequeños trabajos autoeditados o para editoriales como Fosfatina fueron muestras de inquietud y búsqueda, avances que tarde o temprano tenían que cristalizar. Como pasó con la Fortaleza de la Soledad ante Clark en la película de Richard Donner (Superman, claro, de 1978), llegaría un día en que José lanzaría el cristal hacia el vacío para que, ante sus ojos, creciese su propio Krypton. Esto es, tenía que entregar un trabajo en mayúsculas ―y góticas y versales, porque Culto Charles, dejadme opinarlo, ya es una referencia ineludible de esta década, una referencia nada menor―. Ofrecer una obra que asentase su posición dentro del cómic más experimental.

Conociendo a Jari (Fulgencio Pimentel, 2017) es un monólogo interior de 176 páginas en blanco y negro. Lo fascinante es que esa técnica literaria, la del pensamiento fragmentario verbalizado, parece la guía gráfica de este cómic. En una viñeta, casi diría que esclarecedora, Jari, el protagonista, recuerda cómo en su juventud estaba “atrapado en la forma. Me costaba mucho decidir qué puntos unir”.

El cómic juega con lo desdibujado, crea páginas donde la línea la completa el lector, con la capacidad retiniana que también convierte un tratteggio en algo más que micro manchas de colores en una restauración. Esa necesidad de unir trazos impregna todo Conociendo a Jari hasta el punto de que sí, quizá podemos conocerle, pero más por desvelar todo este enigma gráfico y narrativo que por el acto de vanitas de la primera persona del singular, cuyo monólogo en ocasiones alumbra pero en otras es hasta enigmático.
Conociendo a Jari presenta a un nuevo José Ja Ja Ja que avanza a partir de sus últimas referencias. Juega con la página firmemente reticulada o desprecia el uso de viñetas. Construye páginas limpias con mínimos gráficos y las empareja con soluciones de horror vacui. Vacila con la elipsis. Mima las escenas, las dispone con cuidado, crea un tapiz cerebral y sensorial y casi inventa una nueva categoría de estilo. ¿Post-post-línea clara, quizá?
Malditos críticos y sus etiquetas. Que etiquete Amancio Ortega sus camisas y pantalones, nosotros vamos a concluir simplemente diciendo una cosa. Hay cantera de autores, y especula en muy diversas direcciones. La de José Ja Ja Ja la toman otros y otras, como Óscar Raña, Begoña García-Alén, Irkus (M) Zeberio o Julia Huete. Su senda es estrecha (no mainstream), no acostumbran a transitarla multitudes, pero quienes se quieran perder en sus recovecos encontrarán joyas. Conociendo a Jari es de las que brillan. Mucho.